Texto: Björzh Znchz
La música experimental es uno de los géneros más relegados de la escena musical, no obstante es uno de los más fructíferos. Muchos han sido sus exponentes desde que las computadoras llegaron a nuestras casas, dándonos la oportunidad de manipular sonidos extraños que se han hecho acompañar de beats y ritmos mucho más extraños, convirtiéndose de vez en cuando en melodías que nos atrapan desde la primera vez que los escuchamos.
En los últimos años, la presencia femenina se ha empoderado en este terreno tan particular, llevándolo a sitios íntimos, seductores e intrigantes. Entre FKA twigs, Abra, Grimes, por mencionar algunos, son los nombres que están abanderando sus propuestas con éxito, sin embargo, es la fascinación de Kelela la que sobresale entre todas ellas.
Esta cantante estadounidense de origen etíope, siempre se sintió ligada al canto pero nunca de manera profesional, mantuvo grabaciones caseras de su voz en su perfil de myspace, hasta que un día alentada por una amiga contactó a Yukimi Nagano, líder de la banda sueca Little Dragon, para ofrecerse como corista, bailarina o simplemente como ayudante en sus conciertos. Nagano, escuchó sus demos y quedó encantada, inmediatamente le respondió y la invitó a grabar algo en conjunto. Fue el delicado electro pop de Yukimi lo que le mostraría el camino a seguir.
Ya con melodías de ella pasando de oído a oído y por medio de la ley de atracción (y talento), los productores de la disquera Fade to Mind la contactaron y se encargaron de trabajar con ella en varios tracks que difundirían de manera gratuita por medio de su página oficial. Estas grabaciones llegaron a manos de la peculiar cazatalentos Solange Knowles, quien le presentaría a su famosa hermana el trabajo de la incipiente cantante.
Beyoncé tuvo la gracia de mencionar a Kelela como una inspiración para el último trabajo de la cantante, convirtiendo el nombre de la artista en algo viral en los medios internacionales a pocos minutos de haberla mencionado. Todo mundo quería algo con ella, desde compañías de publicidad y productores hasta cineastas y arreglistas. Ella, se tomó su tiempo, al contrario de lo que se pudiera pensar, se alejó de cuanta propuesta se le proponía. Con la expectativa al tope lanza su primer LP llamado Cut 4 Me, con las colaboraciones de importantes y experimentales músicos como Bok Bok, Kingdom y Nguzunguzu.
El sonido logrado en el disco es intrigante, con bases electrónicas un R&B progresivo se pasea por ambientes densos, cavernosos. La voz de Kelela es extremadamente sensual, cálida y potente, se lleva bien con lo siniestro que pueden llegar a ser los acordes de sus canciones. En sus actuaciones, suele hacerse acompañar por Ashland Mines (Total Freedom) y Mike Q, músicos que han formado su trabajo en los clubs y fiestas Ghetto Gothik de Los Angeles y Nueva York.
Toda la industria está mordisqueando todo lo que tiene que ver con esta artista, sin embargo es ella la que ha dicho rotundos no a muchas propuestas que la darían a una difusión mayor. Como ella comenta: “No me siento especialmente vinculada al hecho de responder ante los demás. Hago las cosas de la forma más honesta que sé. Sólo estoy tratando de hacer lo que yo creo conveniente para mis propios intereses.”
Se dice inspirada por mujeres que abrieron camino en los noventas: Janet Jackson, Erykah Badu y Missy Elliot, pero suena a ella misma, elegante, sugerente, cautivadora. Este año presentó el EP Hallucinogen, de donde se desprende el primer sencillo llamado “A message”, producido ni más ni menos por el venezolano ARCA (Fusion Magazine #83) añadiéndole su extravagante e inquietante toque.
Pareciera que muchos de los vicios comerciales y avaricias de la industria se están topando con pared ante la convicción de esta cantante, revolucionando la manera en que se puede incursionar y mantener en la música. Esta postura rompe barreras importantes, simplemente su ir y venir del underground al mainstream como si nada los dividiera es sumamente relevante. Es Kelela una musa anfibia que inspira así como a las más altas, hasta las más profundas esferas del arte.