Muchas personas se dedican a contar el mundo en el que viven los triunfadores del rock, a contar esas inverosímiles historias que todos quieren leer. Las historias que se albergan dentro de los mejores blogs de música y revistas de hoy, tratan del presente inmaculado de ese personajazo que hoy es todo lo que todos quieren ser. Años después, esas mismas personas se dedicarán a escribir acerca de esa misma banda o personajazo y de cómo ya pasó de moda.
Existen muchas historias, mitos, adivinanzas, manías de la industria del rock, que a mí, realmente no me constan y para ser franca, me interesan poco. Lo que me queda claro, es que el carrusel del rock es eso que no para. Quién lo haya topado, jamás podrá bajarse, es algo en lo que te puedes volver necio, malo y romántico a la vez y parte de tu misión, será el volverte adicción para el mundo, bueno, al menos tu manager eso intentará… Alabado sea el “Vive Latino” y el “Lunario del Distrito Federal” y hágase su voluntad a todos aquellos dichosos que pudieron tocar ahí.
En una ocasión, en una conferencia de prensa, de una banda que recién se ponía de moda, dentro de un Vive Latino, se escuchó al aire la pregunta de un reportero que decía algo como: “Todos llegan, se paran aquí y nos prometen tantos planes. Pero, de más de 100 bandas que tocan en el VL año con año, de pocas llegamos a saber después”. Y es cierto, ese después pocos llegan a tenerlo. No digo que sea culpa del músico, nadie quiere ser pájaro enjaulado en este mundo tan extenso. Pero bueno, no hay espacio para todos.
Una de las cosas que se leen, de esas bandas, que tienen la cima tan cerca es de su pasado, de sus raíces antes de salir en revistas, de como sus progenitores colocaron una guitarra en su destino y de cómo el jazz y country antiguo forjaron sus influencias, de como en su adolescencia Led Zepellin y los viniles viejos lo eran todo, cuentos de Disney, ya saben. Sin embargo, nadie habla de lo necios que fueron, de cómo el desmadre que es parte de su vida fue una decisión personal y todo eso, ese fantochismo y pues así es como todo lo que ocurre detrás, se quedará así, como un tema interno. Las personas que podrían contarlo, no pueden siquiera contemplarlo, están muy ocupadas siendo parte.
No estoy diciendo que el rock sea un medio de perdición, bueno sí, lo es. El punto es, y no sólo ocurre en la música, que es muy fácil después de tanto, que las razones que ocasionaron comenzar en el rock, pronto, se vuelvan efímeras. Es muy fácil que el despojo de la vida cotidiana y la intensidad del deseo de que el rock se vuelva algo eterno, vuelvan al ambiente de la música cada vez más difícil de dialogar. Está clarísimo que el músico, vive de la chingada durante este transcurso. Además, México cada vez más da cachetadas con nopales más grandes. Nos vemos sometidos a introducirnos a actos transgresores para seguir sobreviviendo. Y todo empieza cuando tenías 13 años y no tenías dinero para comprarte ese disco y pues ni modo, tendremos que robarlo. Todo mundo lo dice “El negocio de la música es una mierda” pero pues es la enfermedad más contagiosa y sin lo debidos cuidados, puede ser muy infecciosa. Todos gastamos nuestros ahorros para viajar o lo que sea para ir a ese concierto y someternos al dulce delirio, no importa que sólo sea un breve momento. Todo podría terminar ya, pero es eso, esos instantes irrepetibles que ha hecho ricos a muchos.
La trampa de la arrogancia para los músicos, siempre estará ahí. Pero todos somos parte, todos quisiéramos decir “Yo conocí esa canción antes que todos”, “Yo le he dado la vuelta al mundo para ir a ese festival más veces que tú”, “Yo estuve ahí”. “Esta enfermedad es incurable” dijo una vez Saúl Hernández. Todo músico al ser preguntado por la prensa ¿Qué hay de nuevo? dirá, “Mucho trabajo” y no “Pues lo de siempre, mucho alcohol y putas”. El escucha, cuando le pregunten ¿Cómo estuvo el festival? dirá, “Grandioso” y no “Me gaste todo mi mes y no tengo ya para la renta”. Al manager, cuando le pregunten ¿Qué tal va tu músico? dirá “Perfecto, lo mejor está por venir” y no, “Mierda, no tenemos dinero”. El promotor, cuando le pregunten ¿Cómo te fue con tu producción? Dirá “Ya nos estamos preparando para el año que entra” y no dirá “Los malditos no metieron ni mil personas” y la prensa por último dirá “El evento se caracterizó por la peculiaridad y excentricidad del cantante” y no “El sonido era una mierda y la seguridad espantosa”.
Está historia, vale menos que la realidad, todos estamos infectados por un caos seductor, y pues bueno, ¿Dónde es la siguiente tocada?
Texto y Foto por: Daniela Acosta @violet_dny