Crónicas Inesperadas VII | Soy Trans | I am Trans

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Txt: Bj Sánchez | Foto: Eduardo Gonzzob

Para Eduardo y para mí siempre es muy complicado llevar una conversación común y corriente, nuestro hilo conductor siempre son escenarios fantásticos y situaciones impensables sobre temas incómodamente extraordinarios. Cuando me platicó del proyecto que tenía en mente lo tomé como otra más de nuestras pláticas, como aquella donde una simple exposición en un salón de clases se convertía en un performance teatral con palomas, sangre y vestiduras sagradas…

Días después me confirmó que ya tenía los contactos para realizar su idea y que yo formaba parte ella. “Quiero a personas trans en mi proyecto, quiero hacer esto con ellas y que tú hagas esto otro”, comentó muy entusiasmado, a la par, mi ansiedad se elevaba al darme cuenta que realmente no sabía nada sobre el tema, ¿de qué iba a hablar?, si sólo me sé frases de las canciones de RuPaul y unos cuantos personajes de series de comedia.

Como muchos, siempre confundido entre la diferencia entre el ser transgénero y ser transexual, con el morbo invadiendo mis dudas y un inexplicable miedo me propuse a hacer una lista de preguntas que serían mi vehículo para entrar al fascinante y complejo mundo trans.

Sentado en un pequeño banco espero a la primera chica a la que voy a entrevistar; puntuales entran por la puerta del estudio estas dos imponentes amazonas, que sonrientes y visiblemente nerviosas me saludan y se presentan. La primera es Kendra Mitchell directora del colectivo PRO TRANS Chihuahua, quien fue la encargada de contactarnos con todas las personas que nos hicieron el favor de compartir parte de sus historias de vida.

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Mi intención inicial era no victimizar su naturaleza, aunque siendo el primer frente de toda la comunidad, son el sector más atacado e incomprendido. Quería mostrar su humanidad, su yo más honesto lejos de esta imagen cliché que se asocia más a verlas como unicornios sociales que  viven en un mundo muy por debajo del visible.

Las primeras entrevistas me dieron una clara idea de su perspectiva, por ejemplo Lourdes, cuenta que a ella no se le dificulta vivir de la prostitución, lo vive como un negocio literalmente propio y que no le interesa en lo más mínimo las opiniones moralistas de muchos de sus detractores. Cecilia en cambio, dice que trabajar como enfermera la llena de orgullo, aunque su piel picoteada por las interminables agujas para descartar infecciones le recuerden que sus superiores no entienden la diferencia entre ser una mujer trans y una sexoservidora.

Gloria es una ingeniera que  desde muy pequeña, y con el apoyo absoluto de su padre, nunca ocultó su esencia, a diferencia de Sofía, que dijo nunca haber tenido la oportunidad de informarse ni saber qué era lo que pasaba, era ser algo o alguien más allá de ser homosexual, en ese tiempo la hizo sentir aislada, cómo si fuese la única en esta condición.

Todas coinciden en que ser mujer es sentirlo, soñarlo, desearlo, como todas esas mañanas en que Susana con apenas ocho años se levantaba deseando que sus órganos masculinos hubieran desaparecido. Cuando recordaban este tipo de episodios ninguna de ellas lloraba, todas convencidas de que tuvieron que pasar cosas difíciles para valorar lo que ahora son. Una de mis preguntas fue: ¿Quién eras antes? El silencio que secundaba a mi pregunta fue el común denominador de sus respuestas, para la mayoría el nombre asignado al nacer forma parte del pasado, un pasado al cual no correspondían.

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Entre ellas mismas se llenan de halagos para validar su figura, el tamaño de sus pechos o nalgas. Su vestuario audaz las hace erguirse como orgullosas heroínas, pero al instante de estar ante mí desnudas, con sus cuerpos perfectamente imperfectos descubrimos que el tener curvas, maquillarse o ponerse un vestido y tacones altos no las hace más mujeres,  son ellas siendo ellas, me estremece descubrir que coincidimos en miradas, en pensamientos e ideas.

En la segunda y última ronda de encuentros nos visitan dos chicos trans. La historia de ellos muy diferente a las de las chicas, ellos gracias a los cambios físicos por sus tratamientos hormonales fueron acogidos sin problemas en sus entornos laborales como familiares. Fue aquí que mi visión feminista se prendió, eso que pasa con ellos no está mal, al contrario, sin embargo te da una idea de los estándares que las mujeres tienen que cumplir. Y aunque la condición trans comparta ideales con el empoderamiento del feminismo, el régimen de hombre y mujer aún nos mantiene incapacitados de ver que hay mucho más en el espectro del género.

Desde la primera respuesta supe que sería muy diferente a lo que me había imaginado. Hablamos de la discriminación,  pero también de cómo sus madres, figuras importantísimas en su formación,  aceptaron su condición, hablamos de depresión y malas decisiones así como de la inmensa alegría de finalmente verte y actuar acorde a lo que sientes y piensas.

Durante quince días seguidos vi cuerpos que aún desnudos engañan a los ojos, vi cicatrices que contaban historias, vi sonrisas nacer ante los recuerdos y escuché voces que al unísono declaraban ser igual a mí, a ti, diferentes, como todos.

Hoy en el último día de entrevistas, soy yo el que me siento desnudo ahora, sentado en el pequeño banco del estudio soy yo el que se siente mínimo de confianza al escuchar tan poderosas historias, y es que quería conocer más allá de la piel y la tragedia. Dicen que son iguales a nosotros y no lo creo así, son mucho más valientes, más fuertes y más decididas que la mayoría de nosotros, esto se ve al instante mismo cuando comparten contigo las simples palabras: Soy trans.

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For Eduardo and I it has always been very complicated to have a normal conversation. Our train of thought has always been of fantastic scenarios and unthinkable, uncomfortable scenes. When he told me about the new project he had in mind I, just took it as one of those talks we had where a lecture turned into performance theatre with doves, blood and sacred garments.

A few days later he confirmed that he already had the contacts to realize his idea and that I was going to be part of it. “I want trans people in my project, I want to do this with them, and for you to help me,” he commented very enthusiastically. My anxiety increased when I realized that I really did not know anything about the subject, what was I going on to talk about? I only knew a few lines from RuPaul songs and a few characters from comedy series.

Like many, always confused between the difference between being transgender and being transsexual, with the morbid invading my doubts and an inexplicable fear, I proposed to make a list of questions that would be my vehicle to enter the fascinating and complex trans world.

Sitting on a small bench I wait for the first girl I’m going to interview; they enter very punctually through the door of the studio, these 2 imposing Amazonian figures, who smile and visibly nervous greet me and introduce themselves.

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I first meet Kendra Mitchell, director of the PRO TRANS collective Chihuahua. Kendra was the one  in charge of connecting us with everyone who shared their stories. My initial intention was not to victimize the community, even though it’s the most misunderstood. I wanted to show its humanity to get away from the cliché.

The first interviews gave me a clear idea of their perspective. For example Lourdes; she says it’s not hard for her to live a life of prostitution, that’s just her legitimate business, and she does not care for anyone’s moralistic opinion.

Another girl Cecilia is happy working as a nurse, even though her pricked skin she has because of countless needles to rid infection, reminds her that her bosses don’t understand the difference between being trans or a prostitute.

Gloria is an engineer who from an early age, and with the absolute support of her father, never hid her essence, unlike Sofia, who said that she had never had the opportunity to get information or know what was going on, is it more that just being homosexual. At that time it made her feel isolated, as if she were the only one in this condition.

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The thing is, all of them knew it, felt it, wished it just like all those mornings 8 year old Susan wished her penis was gone. When they looked back, none of them cried, all convinced that they had to go through difficult times to value who they are now. One of my questions was: who were you before? The silence after my question was the common denominator to their answers. For most, their name given at birth is part of the past, a past they didn’t belong to.

Between themselves they are filled with flattery to validate their figure, the size of their breasts and buttocks. Their bold attire makes them stand proud as heroines, but at the moment of being naked before me, with their perfectly imperfect bodies we discover that having curves, make-up or putting on a dress and high heels does not make them more women, they are them being who they are—I shudder to discover that we agree on looks, thoughts and ideas.

In the second and last round of meetings, 2 trans boys visit us. Their story is very different from those of the girls, they are thankful that their physical changes made by their hormonal treatments were received without problems. It was here that my feminist vision was ignited, in that what happens to them is not as bad. On the contrary, however, it gives you an idea of the standards that women have to fulfill, and although the trans condition shares ideals with the empowerment of feminism, the regime of man and woman still keeps us unable to see that there is much more in the gender spectrum.

From the very first answer in my interviews, I knew it would be very different from what I had imagined. We talked about discrimination, but also about how their mothers, important figures in their training, accepted their condition. We talked about depression and bad decisions, as well as the immense joy of finally seeing and acting according to what you feel and think.

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Right from the first answer I knew it would be completely different than what I had imagined. We talked about discrimination, but also about how their mothers, such relevant figures throughout their formative years, were accepting of their condition. We spoke of depression and bad decisions as well as of the immense happiness of finally seeing yourself and acting according to what you feel and think.

For fifteen days straight I saw bodies that deceive the naked eye, I saw scars that told stories, I saw smiles being born before the memories and I heard voices that in unison declared to be equal to me, to you, different, like everybody.

Today on the last day of interviews, it’s me who feels naked now, sitting on the small bench in the studio, I am the one who feels the least confidence. To hear such powerful stories, I wanted to know beyond the skin and the tragedy. They say they are just like us and I do not think so, they are much braver, stronger and more determined than most of us, this is instantly seen when they share with you the simple words: I AM TRANS.

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