Ella está más allá del poder femenino y la igualdad de género. Esta mujer revienta los cánones de lo políticamente correcto a la hora de pisar el escenario o decir lo que piensa y siente ante un micrófono. Con su propuesta los tabúes sexuales son aplastados por vaginas parlantes y penes de algodón gigantes; el vello corporal nunca había tenido tanta relevancia a la hora de lucir un atrevido vestuario y lo jodidamente adictivo del sonido electroclash y synthpunk que sale de sus canciones es lo que hace a Peaches simplemente adictiva.
El nombre de Merrill Beth Nisker no es lo suficientemente pegajoso para salir al mundo a patear traseros misóginos, así que cuando terminó de hacer el disco Fancypants Hoodlum en su natal Toronto, Canadá hace más de 15 años, donde era maestra dando clases de música y drama en una escuela primaria optó por utilizar el sobrenombre de Peaches por la connotación sexual con la que se relaciona a la forma de dicha fruta.
Y es que la historia de Nisker no hubiera sido tan diferente a las de otras cantautoras, si no hubiera llevado al límite sus emociones, como ella misma comenta, trastornada por un sistema machista y una ruptura amorosa devastadora tuvo a bien la idea de armarse de ritmos que ella misma creó y liricas agudas y honestas contra todo lo aquello que le representaba la imposición masculina.
Fue entre beats rabiosos, indumentaria Glam y peinados extravagantes que Peaches nos escupió en la cara los discos The Teaches of Peaches (2000), Fatherfucker (2003) e Impeach my Bush (2006) abarrotando nuestros oídos con rimas sobre la supremacía de la sexualidad femenina desde una perspectiva literal, sin filtros ni códigos a los que estamos acostumbrados cuando hablamos de esos temas.
Su imagen desinhibida gano adeptos inmediatos, ganándose un lugar en la escena independiente, pero ella tenía en la mira otra meta. Cuando lanzó I Feel Cream en el 2009, sus detractores alzaron la mano para opinar sobre su trabajo, censurando sus discos y videos activando su sentido de rebeldía aún más.
Peleó durante mucho tiempo el permiso de adaptar la obra de Jesus Christ Superstar como un monologo donde recitaba las piezas de la afamada obra ataviada de trajes de látex y sodomizándose ante los espectadores, dejando ver su talento vocal en piezas únicas que fueron aclamadas por la crítica. También incursionó en el teatro musical llevando a importantes festivales su opera futurista Peaches Does Herself, donde se hizo acompañar de actrices transexuales de la industria pornográfica y bailarinas exóticas.
Hace unos meses se colgó en la red el video Light in Place el cual cuenta con la aparición de la extrovertida trapecista Empress Stah con un rayo láser en el ano (algo casual viniendo de estas dos), luego acompañada de la comediante Margaret Cho nos entregó el video Dick in the Air, ambos, incluidos en Rub, su quinto y recién estrenado álbum de estudio.
Pasaron más de 6 años para que la artista entrara al estudio y pariera otro álbum. Pareciera que literalmente está en las mismas circunstancias que cuando nos entregó su primera y poderosa placa, con rompimiento amoroso incluido. Esta vez se hace acompañar de colegas como Kim Gordon (Sonic Youth) para proclamar de la manera más radical posible su femineidad y la falta de ella.
Y es que este nuevo álbum, llega en el momento más oportuno, llega cuando estamos tomando “con pinzas” temas como la desintegración del género binario en la sociedad y la incursión de otros tipos de sexualidad en la mentalidad actual. Siempre manejando todas estas cuestiones con ironía y un sentido de humor agudo y negro, siendo esto su sello particular.
Es la desfachatez sexual en persona, hablar de pitos, tetas y coños es lo aceptable, es ella de nuevo hablándonos del placer sin tabúes, del poder igualitario y del dolor necesario. Es vulgar, es mal hablada y encabronada, es Peaches siendo explícitamente feminista.