Texto: Bj Sánchez
Pensar en la situación en la que se encuentra hundida Siria y el Oriente Medio te lleva a mantener un perfil discreto y objetivo. Sin embargo, desde las entrañas de este territorio actualmente tan hostil ha surgido una de las propuestas musicales más peculiares en los últimos años. Sería injusto decir que este cantante está iniciando en el mundo de la música, ya que tiene en su haber más de 500 grabaciones y a medio planeta hechizado con su sonido y rimas, hablamos del talentoso y revolucionario Omar Souleyman.
Omar comenzó a cantar desde que tenía siete años en su natal Ra’s al’-Ayn al noreste de Jazeera, cualquier evento familiar era el pretexto para amenizar con su voz y un simple teclado digital, el cual era encendido por medio de kilométricas extensiones eléctricas conectadas entre sí de casa en casa. Ya más crecido y en contra de lo que su familia deseaba, se concretó a crear ritmos y secuencias con su amigo Rizan Sa´id en el teclado para formalizar su oficio como cantante de bodas.
Para principios de los noventas ya tenían un repertorio que crecía y crecía entre más fiestas amenizaban, su banda ya estaba formada: el tecladista, un chico que le pasaba los nombres de los presentes que intercalaba en sus rimas, siendo este una característica de sus presentaciones, mismas que se grababan y al final del evento se le entregaban a los festejados y él. Estas cintas pasaban de mano en mano y se copiaban hasta el cansancio. Omar comenta: “En mi país no hay derecho de autor, otra historia sería si hubiera podido cobrar por esas cintas”.
Para evitar tanta fuga de su trabajo, formó una oficina de contrataciones y se armó de un grupo de amigos poetas que escribían frases para sus composiciones. “Jani” fue su primer éxito controlado y ordenado que le dio una proyección nacional y con la llegada del internet, poco a poco se coló en los playlist de melómanos alrededor del mundo.
Una de las expresiones artísticas más importantes entre los árabes es la danza, dentro de la cual el dabke es la más característica; consiste en un baile que tiene en su rutina pasos muy sencillos pero repetitivos que decididamente requieren atención física de sus bailarines. Se dice que hay algo en su movimiento que hace que entres en un estado de profundo trance, que unido a los beats y acordes de Souleyman se convierte en una fórmula perfecta para las pistas de baile.
“Mis letras hablan de amor y empatía entre las personas. Intento elevar el ánimo de la gente, reflejar las alegrías y penas cotidianas. Creo que el sentimiento se contagia por el tono de la música, aunque no entiendas lo que estoy cantando”, declara Omar. Algunas de sus canciones son shaabi (cantos folk egipcios muy populares entre la clase obrera). Composiciones que hablan de sentimientos, bodas y a veces de tristeza, “Son temas compartidos por todo el mundo: “Por eso, gustan a mucha gente”, comenta.
“Están escritas en árabe, pero también en kurdo, de donde vengo, convivimos cristianos, musulmanes y todo tipo de gente, contrario a lo que muchos piensan, mi música es muy plural”.
En el 2006 se inició la entrega de recopilaciones de sus éxitos bajo el sello “Sublime Frequencies”, “Higway to Hassake”, “Dabke 2020”, “Jazeera Nights” fueron los antecesores a sus dos aclamados LP´s en vivo: “Haflat Gharbia” y “Leh Jani” que le dieron su estatus de superestrella llamando la atención de músicos vanguardistas que no dudaron en mandarlo llamar para colaborar juntos.
La primera en levantar la mano fue la islandesa Björk que lo reclutó para su disco de remixes llamado “Bastards”, seguido de Damon Albarn (Blur, Gorillaz), Dave Portner de Animal Collective, Caribou y Kieran Hebden mejor conocido como Four Tet (Prolífico productor londinense) quien lo animó a cambiar de sello disquero, además de que lo asesoró al grabar su primer disco en un estudio formal. El resultado fue “Wenu Wenu” (nombrado como mejor de álbum del año 2013 por Fusion Magazine), disco que contiene siete tracks con el característico sonido Electro-Folk simple pero básico a la hora de poner a la gente a bailar. Su rítmica pulida por el conocimiento de Hebden en las consolas es remarcable, el arte del disco corre a cuenta de Spencer Sweeney y Rob Carmichael dos renombrados artistas estadounidenses.
Actualmente Omar está en una extensa gira mundial promocionando su disco y aunque su propuesta ya fue mostrada en escenarios tan imponentes como Sónar Festival, Glastonbury y el Summer Stage en New York, Souleyman lamenta el no tener la oportunidad de presentar su música en su país natal, ya que el conflicto bélico ha parado a toda la industria en aquella región. Una de sus apariciones más recientes fue en la ceremonia de los premios Nobel de la Paz en Noruega, la cual causó gran revuelo entre sus seguidores coterráneos quienes lo tomaron como un buen augurio.
Aunque aquel teclado tan sencillo ya se cambió por un sintetizador más sofisticado e inclusive sus poetas personales escriben letras más profundas para cada canción, la esencia de Omar Souleyman parece estar intacta, su sencillez y timidez contrastan con toda la parafernalia con la que es anunciado. Pareciera que sólo tiene en mente difundir a diestra y siniestra esa magia que causa su música, como si se tratase de un genio que simplemente renunció a la lámpara maravillosa.
https://www.youtube.com/watch?v=lVlgMEFu1PI
Artículo incluido en nuestro #68