Raúl Ramírez “Kigra” realizo un proyecto documental sobre las corridas de toros, sus contras y sus bemoles, el proyecto se llama “Muertes en la Esperanza”.
¿Cuáles fueron tus inicios en la fotografía?
Desde chavito a los 11 años recibí mi primer cámara fotográfica; una kodak 110 azul, de esas que utilizaban flashes desechables. Después en el tercer semestre de la carrera de diseño tuve un verdadero acercamiento con la teoría de la fotografía, el laboratorio y los equipos SLR. Desde entonces no suelto la cámara y como todos empecé fotografiando a la familia y amigos aunque un poco medido, ya que me salía caro estar comprando y revelando los rollos.
Bien, y el proyecto de la tauromaquia, ¿Por qué?
Hacía ya un buen rato que tenía ganas de expresar mi repudio hacia ésta tradición envuelta en sangre y arena. Ahí te va una reflexión: de faena en faena se nos pasa la vida y vamos viviéndola lo mejor posible, buscando todos lo mismo, la felicidad. Algunos a costa de los demás sin importarles nada más que su egocentrismo, escudriñando en los más básicos placeres del ser humano. Trajes de luces y unos testículos apretujados son parte de la barbarie en un círculo de arena y sangre, misma enaltecida por berridos y la baba de briagos gozosos.
Todo esto en un ágape y reconocimiento masivo y retrógrada que remarca el placer al sufrimiento de un ser vivo. Artistas e intelectuales han sido y serán fieles seguidores de la llamada fiesta brava. Creadores viejos y nuevos a los que admiro por su congruencia y apreciación a la vida y su probada calidad artística, colocan al sacrificio en esos tres tercios de gritos, al mismo nivel del rastro o un restaurante donde nos sirven un suculento corte término medio, como si pudiera equipararse el ciclo de la vida de nuestra sabia madre naturaleza con la búsqueda inútil de reconocimiento en una masacre patrocinada por marcas de bebidas alcohólicas o refresqueras.
En algún momento dudaste de seguir con el proyecto?
Nunca. Lo que fue difícil en cierto momento fue que al ser aún estudiante, el patrocinarme los boletos de entrada, los rollos de película, los químicos y papel era una limitante que poco a poco fue desapareciendo conforme iba agarrando chambitas de diseño.
Y, bueno, ¿Eras fan antes, te gusta la “fiesta brava”?
¿Seré como dice un gran amigo admirador de las corridas, un taurino de closet? ¿Será que siempre tendremos la necesidad de apreciar la violencia? Eso me lo pregunto al ser testigo con gran gusto de cornadas hacia el matador en turno contra la bestia. Sin duda aprecio la danza llevada a cabo entre animal y ser humano, reconozco el gran bagaje musical y plástico que se ha generado alrededor de esta práctica y podría comprender el derecho de cualquier persona por hacer lo que quiera con su vida. Mas no comparto, ni lo haré, el justificar como arte o deporte el sufrimiento de un ser vivo, ya sea en el ruedo, el rastro o una olla presto. Los momentos de esparcimiento familiar con justificación cultural y deportiva, pueden ser atendidos por los diversos espacios ofrecidos por grupos afines a estas actividades en todas nuestras ciudades. Quehaceres culturales y deportivos, los hay.
¿Qué opinión tienes respecto a cambiarla o prohibirla?
Sería muy complicado buscar cambiarla, tiene muchos años ya la tradición de la barbarie y ha sido bien acogida y promocionada por la santa iglesia en los días del santo en turno. Muchos de los asistentes y fanáticos a las corridas son parte importante del sistema político encargado de regular el entretenimiento y respeto a los animales, sin mencionar a gran variedad de artistas que enaltecen lo bello en el ruedo.
Y la belleza de los animales, ¿Es algo que te mueve?
Si el ver sufrir a un animal es algo que me molesta mucho. Por muy alabado y mimado que haya sido en la crianza, termina sufriendo y siendo arrastrado como trapo viejo.
Cabe mencionar que todas las fotografías de “Muertes en la Esperanza” se realizaron de manera análoga.