Mario Maplé: Un producto de la ociosidad.
Txt: Fabyio Villegas
En la calles tapatías podemos encontrar todo tipo de extravagancias y expresión al por mayor. Algunas formadas naturalmente, entre el arte que es la vegetación comiéndose las calles hasta las casas en ruinas que cuentan más de una historia. Es entonces cuando el color contrasta y te atrapa, te envuelves en un montón de cuestiones a las cuáles la única respuesta es que las abuelitas tienen razón: Las paredes tienen oídos. Y ahora, gracias a talentosos artistas locales, tienen voz. Así es como Mario Maplé habla a través de su trabajo por las calles de Guadalajara, dándole ese toque humano que no sólo complementa el lugar, sino que lo llena de sensaciones en las que será imposible no encontrarse.
Si fueras ajeno a ti mismo, ¿cómo definirías a Mario Maplé?
Como alguien que procura pasarla bien, crítico, exigente, que sabe que hay tiempo y lugares para todo y aun así cae en la imprudencia, con un sentido del humor ácido que va desde lo complejo a lo simplón, y alguien que considera la honestidad como algo esencial para desenvolverse aunque ésta pueda llegar a ser bastante cruda. Pero sobre todo un producto de la ociosidad y las reflexiones tanto serias como chuscas que éste permite.
¿Cuál ha sido la trayectoria que te ha llevado hasta el punto actual de tu carrera artística?
En 2010, después de años de dibujar y pintar “monos” y todavía estando en la preparatoria, comencé a tomarme en serio el hecho de producir, primeramente ilustrando un par de artículos para la escritora Nydia Pando, excelente amiga y a la cual estimo bastante; en los años siguientes participé en algunas convocatorias en las cuales resulté seleccionado como Bikla, CholoChair+LaNacional, Festival Pintura Fresca, entre otros, sin embargo decidí abandonar un tiempo la creación para dedicarme a estudiar la Licenciatura en Diseño Industrial, de la cual deserté en el mismísimo primer semestre, para integrarme seis meses después a la Licenciatura en Artes, con el afán de adentrarme en las artes de manera seria, y enriquecer mi bagaje teórico; a finales del 2013 retomé la hechura de carteles y pintura en la calle, y para el año siguiente se presentaron algunos proyectos, entre ellos 2 exposiciones colectivas, y otros proyectos de carácter público como Todos Dejamos Huella, convocado personalmente por el artista plástico Alvaro Cuevas.
En Agosto del 2014 me fui a estudiar un semestre a la ciudad de Barcelona, donde concreté mi primera exposición individual llamada “El No-Retrato” donde abordé el ejercicio del retrato desde una postura no mimética de la realidad, y con una intención mayormente psicológica.
Durante mi residencia en la ciudad catalana tuve la oportunidad de dejar algunos murales y después fui invitado a pintar y pasar unos días en Londres, Inglaterra y en Sassari, Italia, por los artistas SatterUgly y Andrea Casciu, respectivamente.
Al regresar a México continuó la actividad, con 4 exposiciones colectivas, y la participación en la segunda edición del Festival Pintura Fresca.
En Fusion Magazine sabemos que comenzaste con la inquietud por el arte callejero a corta edad, ¿hubo un suceso clave en tu carrera para esto o los muros te llamaron de manera natural?
Creo que lo más importante fue la apropiación de mi espacio cotidiano, pasar por las calles de rutina y encontrarme con una acción propia del pasado que se desenvolvía ajena a mis intenciones como lo hace naturalmente el espacio público, y que a la vez ese espacio ahora me pertenecía en una manera minúscula. Esa sensación de identidad y anonimato me generó un placer muy auténtico y que desconocía hasta ese momento.
Nos encanta la forma en que plasmas sensaciones de conflicto y controversia en tus obras, ¿de dónde viene esto y hacia dónde te gustaría dirigirlo?
Conceptos como el conflicto, la incomodidad, la identidad y la construcción son constantes en mi producción, esto debido a que desde chico, por cuestiones sociales y familiares, como cualquier otra persona, conviví con situaciones conflictivas que me impactaron, y me generaban cierta tensión emocional, como cualquier niño lo que hice fue reproducirlas con lápiz sobre papel y guardarlas en un cajón viejo, sin embargo éstas ya se habían convertido en una tendencia analítica en mi día a día, permitiéndome aceptar ésta tensión-conflicto como un aspecto humano de lo más natural, el cuál procuramos negar, esconder o minimizar, como el mal olor natural de la piel, igualmente natural. En lo personal, considero importantísimo la aceptación de ésta naturaleza para asimilarla y atenderla en caso de ser necesario.
En la actualidad tengo la noción de que el conflicto no envuelve únicamente aquello violento o que se esconde, sino que es omnipresente en la mente del hombre y su relación con el mundo exterior; creo que existe una sensación de crisis intermitente, puesto que la realidad no es exactamente lo que uno quiere que sea y que por ende genera incomodidad, o en el caso contrario que la realidad sea lo que uno quiere que sea y la imposibilidad de retenerla, congelarla, detenerla, genera pues una crisis ante el cambio orgánico de la misma; éstos aspectos posibilitan y delimitan al individuo a construir un paradigma de la realidad, de la otredad y por tanto de la identidad.
¿Cuál es el proceso creativo por el que atraviesas al momento de empezar una nueva obra?
Mi proceso es ecléctico al igual que mi obra, en algunas piezas la idea la concibo después de un trazo o una mancha; permito que la misma me sugiera alguna forma o composición, dándole hasta cierto punto libertad propia a la pieza. En otras ocasiones la idea viene después de plantearme una duda o criticar mi cotidianeidad y contexto. Muchas otras veces trabajo bajo elementos simbólicos determinados por la literatura o alguna situación personal.
En cuanto a metodología por lo general procuro escribir todas las ideas que se me vienen a la mente y me causan una necesidad de verlas concretadas, por más absurdas que pudieran ser, aunque también escribo aquellas ideas que se aparecen dos o tres veces y que parecen insignificantes, después hago bocetos con aquellas ideas que me causen algún tipo de impacto. Finalmente hago un proceso de selección de entre los bocetos que ya había realizado para llevar a cabo la pieza de la mejor manera.
¿Qué influencias encuentras en tus trabajos ya sea directamente o de manera accidental una vez que están terminados?
Básicamente crecí viendo caricaturas, ilustración del mundo del skate y del cómic, por lo que fui consumiendo elementos visuales de artistas a diestra y siniestra, lo que me hace difícil descifrar alguna influencia concreta… pero por mencionar algunos creadores que han influenciado de manera relevante mi forma de ver el arte y sus distintas manifestaciones son: Gregory Jacobsen, David Choe, John Kricfalusi, Todd McFarlane, Egon Schiele, James Jean, Erwin Wurm, Maurizio Cattelan entre muchos otros.
Cuando haces arte callejero, es inevitable tener una opinión sobre la manera en que la sociedad lo percibe y cómo responde ante él, ¿cuál es la tuya?
Para mí el trabajo artístico, o no artístico, en el espacio público sigue teniendo ese encanto que ha tenido desde un principio, donde la obra es autónoma al artista y se desenvuelve en el espacio social gracias al artista y a pesar de éste, es decir, el autor se vuelve un espectador más y la obra funciona con o sin su presencia. Creo también que el trabajo en la calle es una manera de provocar una relectura por parte del espectador ante sí mismo y su contexto social, y aquellas cosas que ocurren a su alrededor cuando no está mirando.
Pero lo más importante sin duda es provocarle al espectador una sensación ya sea de agrado o disgusto, pero que aquello que lo rodea pierda el sentido rutinario, aunque sea por un instante pero que ocurra.
¿Cuál ha sido la experiencia artística más significativa en tu trayectoria?
Uff, es difícil elegir una habiendo tantas, pero yo creo que tendré que elegir el haber tenido la oportunidad de vivir en Barcelona, realizar mi primer exposición individual y conocer de manera personal a artistas como Aryz, Miss Van, Cesar Biojo, Armando Mesías, Edjinn, Ibie Romero, Alexis Díaz, 108, Smithe, Seher, Guim Tió, a quienes mando todo mi afecto, me sacudió el panorama y me ayudó a aclarar muchas dudas y a plantearme otras nuevas.
Desertaste de tu carrera cuando decidiste entregarte por completo al arte, ¿cómo fue esa experiencia?
Bueno, realmente deserté de mi primer carrera (Diseño Industrial) para entrar a la carrera en Artes Visuales, fue difícil en cuanto a los paradigmas que tenemos sobre la práctica artística y las clásicas preguntas de reunión familiar: ¿De qué vas a vivir? ¿… y sí hay trabajo? ¿No te vas a morir de hambre?, y un muy largo etcétera, y bueno, hasta el momento no me he muerto de hambre, siempre hay alguien a quién pedirle prestado y desaparecer de su vida. Ya en serio, creo que lo más significativo de esa experiencia fue la certeza de apostar el 100% a lo que realmente me movía, y hasta la fecha no me he arrepentido de hacerlo.
¿En qué etapa de tu vida artística te encuentras en este momento?
Considero que todavía estoy en la fase de aprendizaje básico, me faltan muchísimas cosas por aprender y explorar, tanto técnicas como conceptuales, y eso es lo que más me motiva a seguir.
¿Y hacia dónde te gustaría encaminarla?
Por el momento lo más inmediato es aventurarme en la producción tridimensional, me encanta la escultura, por el momento estoy planteando junto con un colega escultor un proyecto de producción alfarera con técnicas tradicionales de la zona occidental del país como son el Barro Bandera y el Barro Bruñido, con el afán de hermanar mi producción personal con técnicas tradicionales de mi origen geográfico, y explorar los límites entre la artesanía y el arte lowbrow.
¿Hay algo más que te gustaría añadir?
Quiero agradecer a todo el equipo de Fusion Magazine por todas sus atenciones, por poner el ojo en mi trabajo y tomarse el tiempo de escribirme y leerme.
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