La belleza física de esta mujer sigue siendo potente, histriónica e indudable pero para muchos es difícil distinguir la intención real con la que ha llevado su propia vida al ojo público. Pareciera que todo lo que envuelve y rodea a esta artista viene cargado de una pasión desmedida que ella misma bajo sus propios recursos se ha encargado de difundir. Ya sean tragedias propias o posturas sociales siempre están expuestas en esta plataforma mediática ante un público que desde su primera aparición se rindió ante ella.
En cada una de sus presentaciones hay una necesidad desesperada por mostrar otra versión de acciones o circunstancias hasta cierto punto cotidianas, donde son llevadas a un límite en el cual pierden esa familiaridad y adquieren una dimensión mucho más compleja. Más allá de lo que ella quiere mostrarnos, hay una versión no intencionada de ella misma que le da forma y sentido al porqué de mucha de su obra y arte en la que se ha convertido la vida a Marina Abramović.
Pareciera que la vida le dio los medios para desarrollar esa pasión y entrega expresadas en los performances más celebres que la artista ha creado. Desde lacerar su cuerpo con navajas y tomar sobredosis de drogas recetadas para catatónicos, hasta la representación más gráfica del desgaste de una relación amorosa. Su obra la comprenden un sin número de objetos, vídeo-instalaciones y actuaciones, algunos de los más relevantes, polémicos y conmovedores.
La artista entiende que su trabajo se enfrenta a la incomprensión “El performance por su carácter inmaterial, es un arte basado en el tiempo. Y debido a su naturaleza es tan difícil que sea entendido o coleccionado”. Por tanto, parece que Abramović se ha visto obligada a defender su arte del tiempo. Este año Marina junto con un grupo de arquitectos han diseñado el Instituto de Marina Abramović “MAI”. Un espacio para la preservación del arte representativo además de una escuela de performances efímeros. La inauguración de este Instituto está planeada para el 2014.
Con esto, tenemos la oportunidad de ver como la obra de una artista como la de Marina Abramovic se prepara para su legado oficial y metódico. En sus palabras y actos recientes se revela un amor y una paz que contrasta con aquel ímpetu y desasosiego de sus inicios. En un sentido matriarcal artístico ella, hoy por hoy es la representación más literal de lo que una abuela pudiera hacer por el arte.
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