Texto: Bj Sánchez
El grabado pareciera que es una de las expresiones artísticas más simples, sin embargo, el hecho de ser una de las primeras manifestaciones artísticas en la historia de la humanidad la convierte en un referente obligado para entender el comportamiento de varias civilizaciones, incluyendo la nuestra.
Y es precisamente este factor humanista lo que lo convierte en algo tan presente. A pesar de ya no ser una técnica tan popular, pareciera que hay un nuevo interés por este fascinante arte, el artista grabador mexicano Artemio Rodríguez es claro ejemplo de ello.
La historia de Artemio se puede narrar desde diferentes escenarios, en sus inicios como aprendiz de impresor, su experiencia como pintor inmigrante en Estados Unidos o su predominante interés por la literatura, cualquiera de las vertientes que tomemos para conocerlo nos hablará de la sensibilidad y talento que tiene para reinventar esta técnica tan importante.
Discípulo del maestro Juan Pascoe, inició su camino en las artes creativas recreando paisajes de su natal Tacámbaro, Michoacán. Poco a poco comenzó a desarrollar un estilo propio, influenciado también por su estancia en la ciudad de Los Ángeles, California que le dio la oportunidad de vivir experiencias vivenciales sobre el choque de culturas y las diferencias que surgen en la percepción de la vida entre los habitantes mexicanos en ambas partes de la frontera.
De este bagaje vienen sus líneas intrincadas sobre el linóleo, paisajes imaginarios que nos resultan ya familiares reflejan nuestras propias historias, seres que cobran vida por la tinta que los inunda y por qué no, un toque de crítica social que es motor también de nuestra expresión artística. Como el propio artista ha comentado: “Para mí esta técnica jamás desaparecerá porque es una manera de ilustrar artesanal. Es distinta. Es bonita. Es auténtica. Tiene algo irremplazable por las técnicas digitales”.
La obra de este artista autodidacta se puede dividir en tres vertientes: Trabajos para exhibición en galería, la realización e ilustración de libros y el arte prêt-à-porter como se pudiera describir a todo su trabajo que incluye línea de ropa, diseños para patinetas, coches y demás accesorios de uso común.
En el año 2003, fundó la casa editorial La Mano Press rebautizada aquí en México ya en forma de galería y taller como La Mano Gráfica en Pátzcuaro, Michoacán dirigida en conjunto con la pintora y diseñadora gráfica Silvia Capistrán, en donde han creado un espacio dedicado a la difusión de obras gráficas de artistas emergentes.
A Artemio se le considera el artista mexicano más importante de esta generación. Reinventor del arte mexicano contemporáneo y cómo no, si su obra se ha exhibido en las galerías más importantes de la república mexicana y el extranjero, ha comenzado un interesante legado con sus talleres y comisiones.
Es Artemio Rodríguez un artista que encontró en el grabado la respuesta a sus necesidades artísticas, abrazó la técnica y la reinventa en cada trabajo, es un artista que narra la historia, su historia entre tinta y linóleo.
